No debí pensar jamás en lograr tu corazón y sin embargo te busqué hasta que un día te encontré y con mis besos te aturdí sin importarme que eras buena. Tu ilusión fue de cristal se rompió cuando partí pues nunca, nunca más volví. ¡Qué amiga fue tu pena! No te olvides de mí de tu Gricel me dijiste al besar al Cristo aquel y hoy que vivo enloquecido porque no te olvidé ni te acuerdas de mí. ¡Gricel! ¡Gricel! Me faltó después tu voz y el calor de tu mirar y como un loco te busqué pero ya nunca te encontré y en otros besos me aturdí. ¡Mi vida toda fue un engaño! ¿Que será Gricel de mí? Se cumplió la ley de Dios porque sus culpas ya pagó quién te hizo tanto daño.